lunes, 23 de marzo de 2009

El Verdadero Rostro de Dios

Hola ¿Cómo estás? Solamente te envió esta carta para contarte lo mucho que te amo y pienso en ti. Te vi ayer, espere todo el día, deseoso de que hablaras conmigo. Al llegar el atardecer… te ofrecí una puesta de sol para cerrar el día y una brisa suave para que descansaras y… ESPERÉ. Nunca llegaste… Sí, me dolió, pero todavía te amo. Te vi dormir y deseaba tocar tus sienes. Y derrame la luz de la luna sobre tu rostro… Nuevamente ESPERÉ deseando que despertaras para que pudiéramos hablar. Tengo tantos regalos para ti! Despertaste tarde y rápido, te fuiste al trabajo.
Mis lágrimas estaban en la lluvia que caía y que te acariciaba.
Hoy te ves muy triste... Si tan solo me escucharas!... Te amo!, Y trato de decírtelo en el cielo azul y en la tranquilidad de la hierba verde... Lo susurro en las hojas de los arboles en los arroyos de las montañas... Y lo expreso en los cantos de amor de los pájaros. Te cobijo con el tibio sol y perfumo el aire con esencias naturales.
Mi amor es más profundo que los mares y más grande que los deseos que en tu mente anidan...
¡OH...! Si tú supieras cuanto anhelo caminar a tu lado y hablar contigo! Podemos vivir juntos, siempre, aquí en la tierra y en todo el universo, si así lo quieres tú...
Yo se que te han dicho que la vida es difícil, pero sabes se mi amigo, jamás tendrás una dificultad, además mi padre que es tuyo también, te ama mucho y me ha pedido que te proteja.

Yo te amo como EL y solo espero que me pidas que te acompañe, quien y aconseje. Llámame, búscame, cuenta conmigo... porque tengo miles de maravillas que ofrecerte.
Deseo que veas esta vida como es: Maravillosa y llena de satisfacciones ¿Podrías hablarme hoy?... Te amare siempre... JESÚS

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